Nariño muestra la cara que abre el posconflicto

La vereda El Sauce, en el norte de Nariño, era un paso obligado de las Farc para cruzar a Putumayo. En las últimas décadas el lugar solo fue mencionado por su relación con la guerra. Un punto rojo más en el mapa. Del café que germinaba allí poco se sabía. Tampoco era conocido el cerro La Jacoba, hoy admirado por los turistas.

De estas tierras salió el mejor café de Colombia. Desde que las Farc no pasa por las veredas, la promoción de la vereda, y del municipio de La Unión en general, es viable. Está comenzando con pequeñas organizaciones campesinas y familias que saben, ya sea por las redes sociales o por los programas de la Gobernación, que el lugar en el que viven es valioso para los extranjeros.

Señalando el paisaje, Adrián Armero, líder campesino y vocero de la Asociación Gestores Profesionales del Sur (Agps), cuenta que el café de La Unión es diferente por las condiciones climáticas y los cultivos que lo rodean: “La que está tapada con las nubes es la cordillera occidental. Aquí tenemos uno de los puntos más bajos sobre la superficie terrestre. En este lugar se comunican tres cañones: el del río Mayo, el de Juanambú y el de Guay. Además estamos rodeados de volcanes, lo que hace que la tierra sea muy fértil”.

A cuatro horas del frío cerro de La Jacoba quedan las playas de Tumaco, donde se pueden ver ballenas jorobadas durante el mes de octubre. Este lugar, todavía afectado por el conflicto armado y los cultivos ilícitos, también está en la lista de los sitios turísticos que se pueden potenciar en el posconflicto.

El gobernador de Nariño, Camilo Romero, considera que el turismo se debe descentralizar, que debe ir más allá del Carnaval de Negros y Blancos: “Este pedazo de territorio que se llama Nariño tiene tres patrimonios de la humanidad. Tiene, además, Amazonía, Andes y Pacífico. Puedes ir a la laguna de la Cocha y llegar en seis horas al Pacífico”.

El posconflicto se ha convertido en el escenario ideal para buscar alternativas económicas a través de lo que en Nariño llaman el turismo rural comunitario. Las asociaciones campesinas han elaborado estrategias para preservar los modos de vida de la población, el ambiente y en la misma medida fomentar el turismo.

Destinos como la Laguna Verde del volcán azufral, o el santuario de Nuestra Señora de la Playa en el municipio de San Pablo, son cada día más populares por las condiciones de seguridad y la promoción incesante de las organizaciones.

El peso del conflicto se siente en las vías destapadas, en la falta de colegios y en la pobreza que tienen que vivir los campesinos. El turismo, como se muestra a continuación, es una de las salidas a las que se ha aferrado esta población* Invitación Fontur

 

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