Un mundo de Café: La pequeña revolución de Nikolai Fürst

Coge el vuelo más barato. El destino no importa. O tal vez sí, un poco. Que se hable español es la única condición. El aeropuerto de llegada: El Dorado. Como si se tratara de una leyenda de la conquista de América. Queda en Bogotá y allí Nikolai comenzó su pequeña revolución.

Creció en Nuremberg y estudió antropología en Viena. Con la universidad llegó el café: el mejor amigo del estudiante. Recorrió los cafés del barrio universitario hasta dar con uno que llamó su atención. ‘Tenían dos molinos y yo no entendía por qué. Luego me explicaron que usaban uno u otro según el tipo de café: aromas, fragancias, sabores, orígenes, variedades’. Una introducción rápida al mundo de los cafés especiales. Nunca lo abandonó.

En 2011 tomó una decisión: viajar a aprender español. El país no tenía importancia, solo tenía que estar en Suramérica. El tiquete más barato lo puso en Bogotá. En un mes recorrió el país, más de lo que muchos locales llegan a conocer estas tierras. Conoció playas y cafetales; los desiertos y las laderas de las cordilleras. Como al café, una adicción por Colombia lo abrazó. Tanto, que decidió buscar una universidad en Bogotá para continuar con sus estudios.

Universidad Nacional. Seis meses. No, un año mejor. Su vida transcurría en Bogotá, por Teusaquillo, caminando el Parkway. Y otro café, que como aquel de Viena, iba a ser decisivo. Comenzó su pequeña revolución. Fue Eduardo Esquivel, antropólogo también y dueño del café, quién le hizo entender que a través de un comercio directo, se podía influir positivamente en la vida de los caficultores aumentando sus ingresos.

Desde entonces, su obsesión fue montar una barra de café en dónde se pudiera ofrecer un producto de altísima calidad, reduciendo el número de intermediarios y dándole un valor agregado al caficultor. Se capacitó en torrefacción, barismo y catación. Un café en Viena, no: precios inalcanzables. Colombia fue su segunda opción. Seis meses por las ciudades del país buscando el lugar indicado. Finalmente escogió un barrio: El Poblado de Medellín.

Y precisamente allí, en la capital antioqueña, lo conocimos. Nos contó su proyecto: asesorar a los caficultores en cada paso de la producción y la comercialización de su producto. Compartíamos la misma visión sobre la caficultura. Nos aliamos. Y desde entonces, Nikolai, un alemán nacido en Nuremberg que vive Medellín, es el desarrollador y torrefactor de ‘Banna Café Espacial’.

Escrito por: Carlos Felipe Ospina Marulanda

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